Los jóvenes de Corea del Sur no quieren trabajar 14 horas al día

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El Pais

Pablo León

14 de mayo de 2023

En las calles de Seúl, algunos locales evidencian que en Corea del Sur se trabaja a destajo. Establecimientos en los que echar una siesta; clínicas especializadas en problemas de sueño o cafés abiertos las 24 horas son algunos ejemplos. Los coreanos viven de prisa y han acuñado un término “ppalli ppalli”, que define la rapidez con la que se mueve nuestra sociedad.

Si en 1953, tras la guerra de Corea, el país era uno de los más pobres del planeta, siete décadas después, con 51,8 millones de habitantes, es la 13ª economía del mundo por PIB, según el Fondo Monetario Internacional. El ppalli ppalli quedó vinculado no solo a ese crecimiento, sino casi a la fundación del país.

Pero las cosas están cambiando…

En marzo, una serie de manifestaciones recorrieron Corea del Sur. Fueron especialmente intensas en Seúl, que acoge a 20 millones de personas, y Busán, al sur, en la costa. Juntas suman más de la mitad de la población. Esas protestas, con una afluencia notable de gente joven, mileniales y generación Z, habían surgido por el rechazo a la reforma laboral del Gobierno, comandado por el conservador Yoon Suk-yeol, del Partido del Poder Popular (PPP).

El Ejecutivo había planteado una norma para ofrecer a las empresas “una solución a las dificultades para cumplir con los plazos estipulados”. Esa solución pasaba por subir las horas de trabajo semanales hasta las 69, del máximo de 52 actuales. A cambio, el plan gubernamental, que contaba con el beneplácito de los empresarios, ofrecía cobrarlas, o bien poder concentrar esas horas extra y disfrutar de mayores periodos de vacaciones. Casi una irrealidad: en 2020, solo 4 de cada 10 trabajadores pudieron disfrutar de todos sus días libres, según el Ministerio de Trabajo del país asiático, que este diario visita invitado por el departamento de Exteriores.

La norma “haría legal trabajar de 9.00 a 0.00 cinco días seguidos. No hay ninguna consideración con la salud de los empleados ni tampoco con su descanso”, se unió a la crítica la Confederación de Sindicatos de Corea. “Los hombres trabajarían largas jornadas, exentos de los cuidados, y las mujeres estarían abocadas a realizarlos”, denunció la Unión de Asociaciones Feministas Coreanas. Ante la fuerza de la protesta, el Ejecutivo paró la normativa y se abrió a “reconsiderarla”. Además, afirmó que debería buscar cómo comunicarse mejor con la ciudadanía, “especialmente con las generaciones Z y milenial”, según el secretario de prensa del Gobierno.

En 2021, los surcoreanos trabajaron un promedio de 1,915 horas, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Son 199 horas más que el promedio de países que estudia el organismo; y el quinto que más horas dedica a producir. Los alemanes, por ejemplo, en 2021 trabajaron 1,349 horas de media; los españoles, 1,641 y los mexicanos 2,137.

Renunciar a la maternidad

Actualmente, la jornada laboral en el país no puede superar las 52 horas semanales: 40 ordinarias más 12 extra. Así lo fijó en 2018 una norma del Gobierno, dirigido entonces por Partido Democrático, de centroizquierda.

Si se trabaja tanto es “muy difícil” tener una familia, al ser casi imposible conciliar y acaban renunciando a la maternidad. La tasa de fertilidad de Corea del Sur es la más baja del mundo: en 2022 fue de 0,78. La natalidad cae desde hace ocho años y en 2020 el país registró por primera vez más muertes que nacimientos. El año pasado, hubo 249,000 alumbramientos y 372,800 defunciones.

Los jóvenes tienen razones para no formar una familia, como los costos de la educación, los precios prohibitivos de la vivienda, las pésimas perspectivas laborales y unos horarios extenuantes, resume Hawon Jung, autora de Flowers of Fire: The Inside Story of South Korea’s Feminist Movement. La activista incide en su ensayo en que “son las mujeres las que, en especial, se han cansado de las expectativas imposibles que la sociedad tradicionalista tiene puestas en las madres. Así que están renunciando”.

En su rechazo a la normativa, los jóvenes argumentan riesgos para su salud —relacionándola con las altas tasas de suicidio del país, el estrés o la gwarosa, que define la muerte por exceso de trabajo—, así como un efecto nocivo en la tasa de natalidad. El Gobierno, por su parte, ha intentado poner distancia: “El vínculo entre la reforma y la baja natalidad adolece de justificación lógica”, publicó en Twitter el ministro de Trabajo de Corea del Sur, Lee Jung-sik.

 

 

 

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