La falacia de la desconexión el triste saldo de las vacaciones

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Nos pasamos el año soñando con unas vacaciones. Mientras te rompes las uñas contra el teclado, metido en una oficina diseñada por un psicópata que parece ignorar el concepto de ventana y plegándote a las ocurrencias de un tipo al que nadie ha enseñado modales, tu mente vuela en los ratos libres hacia esos paraísos. Por desgracia, las cosas rara vez son así.

Hay gente que en vacaciones sufre aún más estrés y penalidad que trabajando. Seguro que conoces a alguno, si es que tú mismo no eres uno de ellos.

Para algunas personas, las vacaciones no suponen una fuente de bienestar psicológico, sino todo lo contrario, una causa de sufrimiento”, dicen algunos psicólogos. El primer problema, según los expertos tiene que ver con una especie de trastorno de personalidad múltiple que, en sentido metafórico, subyace a nuestro comportamiento social, a la imagen que presentamos a los demás, al yo que pretendemos ser según en qué situación y circunstancia.

Existen otros ángulos que pueden amargarnos las vacaciones. El primero es que somos animales de costumbres, y en verano cambiamos de hábitos. “Es curioso que al comienzo de las vacaciones se incrementan algunas patologías como las migrañas”. En vacaciones cambiamos de lugar y de dieta, consumimos más alcohol, si tenemos sobrepeso lo empeoramos aún más, nos dan apneas y nos ponemos a roncar, dormimos mal, nos levantamos de mal humor y no aguantamos a los compañeros de viaje..

Las alteraciones del sueño no son específicas de las vacaciones, por supuesto, pero sí suelen tener que ver con el verano en sí mismo, porque la mayor cantidad de horas de luz estorba al sistema de la melatonina, que detecta directamente la oscuridad de la noche y normalmente aumenta lo que Ezpeleta llama “presión de sueño”, eso que nos suele mandar a la cama. El retraso del atardecer en verano, unido a que pasamos más tiempo al aire libre y a que en vacaciones mucha gente se pega un atracón de videojuegos y otras pantallas luminosas, conduce a un retraso del pico de melatonina en plasma y dificulta el sueño

Hay personas que se van de vacaciones a regañadientes, su zona de confort es el trabajo, y no logran desconectar, si es que lo intentan.

¿Acabarán los médicos recetando descanso en vez de calmantes? una corriente actual de pensamiento sostiene que las enfermedades neurodegenerativas lentas, como el alzhéimer y el párkinson, pueden originarse por la inflamación crónica del cerebro. Y esa neuroinflamación se debe al menos en parte a la actividad eléctrica de las neuronas. Por tanto, el exceso de actividad en ciertas zonas, justo las que procesan tareas concretas, requiere un alto suministro de oxígeno, y por tanto de sangre.

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Jorge SalesLa falacia de la desconexión el triste saldo de las vacaciones