HACERLO MEJOR / ¿México inclusivo?

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Reforma

No creo que México sea un país líder en diversidad, igualdad e inclusión (DEI) en el ámbito laboral. Muchas empresas, sobre todo grandes, públicas y/o transnacionales, se han movido en esta dirección, pero lo que en esos espacios sucede no es representativo de lo que vive la mayoría de las personas.

Esta semana la consultora internacional Kantar ha estado promoviendo su Índice DEI donde a México, en comparación con los otros países participantes, le va muy bien. Tan es así, que sale mejor que sus principales socios comerciales. El país subió 15 puntos con respecto a 2019 y esto, sumado a la caída de casi todos los demás, nos llevó de catorceavo a tercer lugar.

Da gusto oír buenas noticias pero, en este caso, el alcance del Índice tiene tantas limitaciones, que sería tramposo usar los resultados para decir que somos un ejemplo en estos ámbitos. Hay poca información sobre la metodología utilizada pero, en la presentación que la consultora llevó a cabo para platicar de sus hallazgos, comentaron que tenían alrededor de mil entrevistas por país y que buscaron que los cuestionarios fueran contestados por un grupo representativo en términos de género y edad.

Quizás cuando se dan a conocer este tipo de resultados se podría invertir tiempo en explicar, tanto lo que los números nos dicen como lo que no. En el caso de México el contraste es brutal porque, así como muchas empresas están a la vanguardia en estos temas, lo que más hay son empresas con malas prácticas.

En México son muy comunes los casos de personas a las que se les pide firmar una hoja en blanco como condición para ser contratado, que están dadas de alta en el Seguro Social con un salario diferente al que perciben, que no entienden porqué son contratados en una empresa pero trabajan en otra, aunado a muchos casos de despido por embarazo, condiciones de salud, discapacidades, edad, etcétera, y esto sin contar la discriminación que existe en los procesos de reclutamiento.

La ley que regula la tercerización de actividades, y que entró en vigor este sexenio, ha reducido la capacidad de las empresas de poder evadir muchas responsabilidades laborales. Aún así, hoy existen empresas que proactivamente están buscando todas las oportunidades para incumplir con los derechos laborales a cambio de mayor utilidad.

Adicionalmente existen muchos entornos laborales donde la violencia y el acoso sexual (de hombres hacia mujeres y donde generalmente el hombre tiene una mayor jerarquía) son prácticas comunes. Apodos, chistes misóginos, clasistas o racistas, son sólo la punta del iceberg.

México no puede ser líder en DEI cuando aún hay pocos mecanismos para obligar a las empresas a no discriminar y a tener condiciones laborales de respeto a los derechos laborales.

Existen empresas a las que, avanzar en estas variables, les va a parecer atractivo y les va a traer un sinnúmero de beneficios como menor rotación, más innovación y entornos de trabajo más productivos. Pero existen muchas otras que van a necesitar otro tipo de mecanismos para cumplir con lo mínimo. Tal es el caso de muchas empresas en el sector textil o de empresas que prestan servicios de limpieza, donde las malas prácticas abundan y se llegan a justificar bajo el argumento de que “si cumplo con todo no seríamos rentables”.

El tipo de capitalismo que México necesita es uno donde a las empresas les vaya bien después de haber cumplido con todos los derechos laborales o justo porque cumplieron con ellos. Pero, mientras llegamos ahí, estaría bien tener indicadores que den una mejor radiografía de dónde estamos.

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Jorge SalesHACERLO MEJOR / ¿México inclusivo?