ENTRE LO QUE resta de este mes de octubre y noviembre, los interesados en adquirir los activos de Banamex en venta deberán entregar su oferta final a Citi. En el escenario solo se ven tres posturas. Considere la del dueño del Grupo México, encabezado por Germán Larrea, la de Daniel Becker y su Banco Mifel y la de Banorte, que preside Carlos Hank González. Este último enfrenta un escenario retador.
Sin entrar al terreno del precio, que para la parte vendedora que comanda Jane Fraser sería óptimo no menos de 10 mil millones de dólares, para Banorte son dos los grandes obstáculos a librar.
Primeramente está la plantilla laboral: si el banco dirigido por Marcos Ramírez es el que adquiere a Banamex tendría que absorber a sus aproximadamente 31 mil empleados que tiene en todo el país.
Banorte cuenta a su vez con una planta laboral cercana a las 26 mil personas, por lo que se convertiría en una institución de poco más de 57 mil colaboradores, muchos de ellos redundantes en sus funciones.
BBVA, el banco español dirigido por Eduardo Osuna y tras el cual Banorte ha fijado el objetivo de alcanzarlo con la compra del negocio de la banca de menudeo de Banamex, posee alrededor de 40 mil trabajadores.
Para que la fusión de Banorte y Banamex sea económicamente rentable, el primero tendría que deshacerse de por lo menos el 30% de la plantilla del segundo y cerrar tres cuartas partes de sus sucursales.
El primer factor, el de los empleados, va tener un alto costo financiero, de ahí que ya se hable de un esquema de compartición de gastos con Citi y Banamex o un descuento en el precio final.
Aun así la familia Hank y sus accionistas tendrían que aplicar inmediatamente un programa de retiro voluntario de personal para ajustar su nueva plantilla a los requerimientos del mercado y la competencia.

