“Echarla” en el trabajo; causal de despido cuidado con el síndrome post vacacional

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Terminó el verano, en definitiva!. Muchos se reincorporan al trabajo con las pilas cargadas y ganas de retomar la actividad tras el descanso, pero otros afrontan la vuelta a la rutina laboral con angustia, pereza y desgana.

Síntomas propios del síndrome post vacacional que, según los últimos datos facilitados por Adecco, afecta a más de 40% de los trabajadores en el mundo. En estos casos hay que tener en cuenta que, si la desidia del trabajador deriva en una merma prolongada de su rendimiento, la empresa puede sancionarle e, incluso, despedirle. Sin embargo, dado que el despido es una medida extrema, es necesario que se cumplan determinados requisitos para que sea procedente a saber: que la disminución del rendimiento del trabajador sea voluntaria, relevante, continuada en el tiempo y que suponga un retroceso en comparación con la productividad normal o pactada.

Sin embargo, las empresas no pueden castigar una reducción del rendimiento del trabajador que se deba a causas externas a él por ejemplo que el empleador no le dote de los medios adecuados para realizar las tareas al ritmo solicitado, que esos medios fallen, que no se hayan medido las tareas a realizar o el tiempo necesario para ejecutarlas, o que los plazos no estén correctamente ajustados. Otros motivos ajenos al empleado con los que podría excusar una disminución de su productividad, son: un cambio técnico en la forma de llevar a cabo las tareas, la imposición empresarial de objetivos desproporcionados u objetivamente inalcanzables, o la existencia de circunstancias propias del mercado o del entorno profesional del negocio que puedan afectar a la consecución de los objetivos del trabajador.

La clave para que una empresa pueda justificar el despido de un trabajador por la disminución de su rendimiento es que venga respaldado por mediciones objetivas.

 

 

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Jorge Sales“Echarla” en el trabajo; causal de despido cuidado con el síndrome post vacacional