Este gobierno frenó la “privatización silenciosa” del IMSS, afirma Zoé Robledo

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La Jornada

En esta administración se frenó la privatización silenciosa que durante años se llevó a cabo en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Con el pretexto de que la atención médica era de mala calidad y costosa, los gobiernos anteriores redujeron la inversión en infraestructura y la cobertura de plazas; en cambio, aumentaron los contratos con particulares para la prestación de los servicios. “Encontramos que las empresas imponían sus condiciones, lo que ofrecían era caro y deficiente. Había espacio para la corrupción”, afirma el director del organismo, Zoé Robledo Aburto.

Además, “ese era el camino clásico de tener derechohabientes insatisfechos para que en el momento que se propusiera la participación total de la iniciativa privada en clínicas y hospitales, todos estuvieran de acuerdo. Así pasó en Teléfonos de México, Ferrocarriles Nacionales y otros organismos” que pasaron a manos de particulares.

El próximo jueves 19 de enero el IMSS cumple 80 años de existencia. Por ello, La Jornada entrevista a su titular. “No podemos usar el pasado como pretexto, pero sí como explicación. Había cosas que andaban muy mal; aun así, atendimos la pandemia de covid-19 y somos una de las instituciones del mundo que ya recuperó los niveles de atención que había en 2019”, resalta.

Ahora, con la experiencia del último año tras poner en marcha el Plan de Salud para el Bienestar para personas sin seguridad social, Zoé Robledo señala que a pesar de las carencias y deficiencias que enfrenta el Seguro Social, “parecen menores” en comparación con lo que pasa en cualquier otro servicio de salud en el país.

Existe un “abismo”, en particular respecto de la atención médica que ha estado bajo la responsabilidad de los gobiernos estatales, asegura.

Y reconoce, entre los principales desafíos del IMSS, acortar los prolongados tiempos de espera para la realización de estudios clínicos, cirugías y tratamientos de enfermedades complejas.

A continuación, la conversación con La Jornada:

–¿Qué ha pasado en el IMSS en los cuatro años que lleva este gobierno?

–Lo obvio es la atención de la pandemia de covid-19, pero también se ha cumplido el propósito se regresarle su carácter de institución pública, de frenar la silenciosa privatización de los servicios, garantizar financieramente las otras prestaciones, en particular el pago de las pensiones, para las cuales hoy existe una suficiencia de casi 13 años. Lo siguiente fue evitar que la precarización de los servicios nos condujera a la subrogación.

“Detener la privatización, atender la pandemia, recuperar y aumentar la capacidad es un reto que tenemos a los 80 años de la fundación del Seguro Social.

“Otro aspecto ha sido el acuerdo alcanzado con el sindicato para que el trato sea más humano y digno, lo que muchas veces pasa por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, completar las plantillas. No se les puede pedir a ellos que sonrían si enfrentan los reclamos por la falta de insumos o hacen la chamba de dos personas más.”

–Un asunto cotidiano, y sobre todo a finales de cada año, es no poder obtener cita con un médico especialista porque “no hay agendas”.

–Es cierto. Falta una mejor planeación. Muchos trámites se pueden hacer en línea, pero llevar la tecnología a esos espacios es un reto. Se resolvió en las Unidades de Medicina Familiar, con las citas que se consiguen de manera electrónica. Los trabajadores han hecho un esfuerzo enorme y sobre todo durante la pandemia. También se necesita invertir en las personas, crear más plazas, cubrir las 22 mil vacantes que tenemos. No podemos aspirar a que un hospital funcione bien si la plantilla está incompleta.

–¿El IMSS depende de particulares para dar la atención médica?

–Muchísimo. Durante la pandemia de covid-19 no pudimos hacer nada para revertir esa situación. Lo primero fue concentrar en una instancia todas las contrataciones que antes hacían por su lado cada delegación y Unidades Médicas de Alta Especialidad (UMAE). Eran los mismos servicios caros, ineficientes y de baja calidad. Eso supone corrupción. Se ha avanzado con contratos consolidados, más rigurosos, en los que el IMSS determina las condiciones y no las empresas. Eso no sale en las noticias, pero cuesta mucho trabajo.

“Algo importante: el IMSS contrata, pero no depende totalmente de los privados como pasa en otras instituciones, donde todo está subrogado. El Seguro Social tendrá sus propias centrales de mezclas, ya no se necesitarán empresas privadas. En esas centrales se preparan tratamientos de quimioterapia, alimentación parenteral y antibióticos, entre otros.

“También estamos recuperando las capacidades institucionales de hemodiálisis. La mitad de estos tratamientos se otorgan en servicios privados; nos falta capacidad resolutiva para tener tiempos aceptables, pero no es fácil. Se dan sesiones de hemodiálisis en turnos nocturnos, incluso a la medianoche. Es un reto monumental.”

Subrogación

–¿Es posible terminar con la subrogación de servicios?

–No estamos peleados con los privados, siempre y cuando el servicio sea de buen precio, con calidad, justo y sin corrupción. Esos son los requisitos para tener una relación con el IMSS en áreas críticas, como el servicio de ambulancias, anestesia, laboratorio clínico y banco de sangre. Los contratos seguirán donde le convenga al IMSS y se garantice que continúe como un servicio público.

“No queremos lo que pasó en los hospitales construidos bajo el modelo de asociación público-privada, donde las categorías de higiene y limpieza y de preparación de alimentos desaparecieron para contratar a particulares.

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Jorge SalesEste gobierno frenó la “privatización silenciosa” del IMSS, afirma Zoé Robledo