Durante 2022, la población ocupada que pertenece a un sindicato representó 12.7 por ciento del total de los trabajadores, 0.4 puntos porcentuales menos que un año antes, a pesar de la reforma laboral.
De acuerdo con un análisis del IPADE, la tasa general de afiliación sindical fue en promedio de 14 por ciento en los últimos 18 años.
En 2005 y 2006, fue cuando se alcanzó el pico máximo, con 16.8 por ciento de la población ocupada afiliada a algún sindicato. En tanto, el valor mínimo se dio en 2018, cuando la cifra fue de 12 por ciento. Entre 2005 y 2022, la tasa de afiliación sindical se contrajo 4.1 puntos porcentuales, señala el estudio.
Las trabajadoras afiliadas a un sindicato promedió 16.7 por ciento contra el 12.4 por ciento de los hombres, agrega el IPADE.
Para los expertos, los trabajadores de las nuevas generaciones están menos interesados en formar parte de una organización de este tipo.
“La tasa de sindicalización va a la baja, es decir, las nuevas generaciones, los nuevos trabajadores no quieren intermediarios para que se les represente en la relación que tienen con su patrón, esto es algo que ha venido bajando y se confirma en México.
“La sindicalización se concentra en trabajos como manufactura, automotriz, alimentos, petróleo y gas”, dijo Germán de la Garza, socio laboral de Deloitte.
Hay industrias que están lejos de tener niveles de sindicalización como en el pasado, como la fuerza de ventas y tecnológicas, añadió De la Garza.
Jorge Sales, socio de Littler, descartó que la reforma laboral se traduzca en una mayor sindicalización.
“La reforma laboral no necesariamente se va a traducir en una mayor tasa de sindicalización, no será el disparador para que más trabajadores decidan sindicalizarse.
“Primero hay que tomar en cuenta la informalidad, ya que 56 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA) que está en esa condición no se va a afiliar”, subrayó.
Añadió que el desprestigio con el que cargan los sindicatos no los hacen atractivos para las nuevas generaciones.

