Francia; la crónica de un conflicto que nace laboral y se convierte en político y social

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La cólera de los franceses cerca al presidente francés Emmanuel Macron y se radicaliza. El malestar por la reforma que eleva la edad de jubilación de los 62 a los 64 años —pendiente del aval del Tribunal Constitucional— ha hecho aflorar un cúmulo de malestares. Protestan los jóvenes, los ecologistas y los maestros, que salen a la calle para exigir mejores salarios. Protestan también los que odian a Macron y los que ven en el modo en el que se ha aprobado la reforma —por decreto— un riesgo cierto para la democracia. En un país con tradición revolucionaria, los expertos discuten hoy si es más grave la crisis social o la política. La incógnita es si este invierno del descontento se ampliará o si se evaporará en unas semanas.

Las protestas más multitudinarias que Francia ha vivido en años piden mucho más que la renuncia por parte del Gobierno a aumentar la edad de jubilación, esa utopía concreta y modesta, “dos años más de felicidad”, como resumía esta semana el sociólogo Michel Wieviorka en un coloquio en París organizado por la publicación Le Grand Continent. Hay, sí, quien reclama un poco más: que se baje la edad de jubilación a los 60 años, como hizo el socialista François Mitterrand en 1982.

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Jorge SalesFrancia; la crónica de un conflicto que nace laboral y se convierte en político y social