Los accionistas votan a favor de una evaluación externa de las prácticas laborales en la cadena de café
Los trabajadores y los políticos no son los únicos que parecen preocupados por cómo Starbucks trata a sus empleados. Si Starbucks hubiera aceptado proactivamente la propuesta, podría haber salvado su imagen de empresa que respeta a los trabajadores. En cambio, el nuevo consejero delegado, Laxman Narasimhan, empieza con mal pie. Poco menos del 52% de los votos emitidos fueron a favor. Otras propuestas, como una que pedía un informe sobre los precios de la leche a base de plantas, no obtuvieron luz verde.
Narasimhan, quien dirigió la reunión virtual de accionistas por primera vez como consejero delegado después de haber asumido el cargo a principios de esa semana, evitó las preguntas complicadas sobre el tema. Otros directivos respondieron preguntas previamente autorizadas sobre la sindicalización. Starbucks se ha mostrado reacia a aceptar los sindicatos, y dice, en cambio, que quiere trabajar directamente con los empleados. Otras empresas han adoptado un planteamiento diferente, como Microsoft o Apple, que aseguró en enero que estaba analizando sus propias prácticas en la negociación con los sindicatos.
Si Starbucks hubiera sido más proactivo, podría haber ganado tiempo y, lo que es más importante, guardar las apariencias para no acabar pareciendo el azote de los trabajadores. El miércoles, algunos senadores, entre los que estaba Bernie Sanders, interrogaron al ex consejero delegado Howard Schultz.
Las empresas pueden hacer caso omiso, y lo hacen, de estas resoluciones de los accionistas. En 2017, los inversores de Exxon Mobil exigieron que la empresa revelase más datos sobre cómo afectará el cambio climático a su negocio. Desde entonces, la empresa, valorada en 443.000 millones de dólares, se ha interesado un poco por los combustibles alternativos como las algas, y ha seguido dedicándose principalmente a los combustibles fósiles. Sin embargo, el consejero delegado Darren Woods se enfrentó a una campaña de accionistas activistas en los años posteriores. Narasimhan, al no comprometerse, podría tener una base de accionistas igual de inquietos con la que lidiar.
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