En la Voz de Jorge Sales: La Baja Productividad Mexicana, el gran reto en la reducción de la Jornada

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En pleno año electoral la cuestión levanta chispas. Lógico, pues se mantenía igual desde 1917. Y es asunto muy seductor, y poco novedoso basta recordar que en 1817 Richard Owen propugnó “ocho horas de trabajo, ocho de descanso, ocho de ocio”. En Francia se logró la jornada de 12 horas (por seis días) en 1848. En España, la de 66 horas, para ¡mujeres y niños!, a principios del siglo XX, Henry Ford la fijó en 8 horas diarias y 40 semanales, generalizadas en 1937 por Franklin Roosevelt.

La reducción horaria sin tocar la retribución equivale a un alza salarial, pero como es sabido nuestro modelo de mercado laboral se basa en salarios bajos, propios de economías poco productivas. Y aunque duela decirlo, aún hay cancha para subirlo.

México no es un país especialmente productivo, si lo comparamos con otros países del entorno y nuestros socios comerciales. Esto quiere decir que una hora de trabajo mexicana produce menos valor económico que la de Francia, Italia o Alemania. Y la teoría dice que a mejor productividad del trabajo, más posibilidades tiene la empresa de rebajar la jornada laboral y más argumentos el empleado para exigirlo. En los países desarrollados la productividad del trabajo se fortalece gracias al avance de la tecnología y a las mejoras en la organización. Una vez más, en teoría, es plausible una reducción de la jornada ordinaria de trabajo.

La cuestión de la productividad es recurrente en el debate económico y empresarial mexicanos. Cuando los legisladores reclaman mejoras en las condiciones de trabajo, es habitual que los empresarios recuerden que México no puede presumir de productividad.

Por una Jornada Diferenciada según sectores o actividades.

México “no se puede permitir” esta contracción de jornada ordinaria; Sí se lo pueden permitir países de productividad elevada, a ello hay que añadirle que los niveles de productividad no son los mismos en todas las actividades económicas por ejemplo las compañías maquiladoras en la frontera, las tecnológicas o un restaurante así en cada una de ellas no será posible lograr el mismo resultado en menos tiempo. Hay sectores que van a turnos en los que no hay forma de darse más prisa y habrá un grave incremento de costos.

Una de las claves de la productividad radica en la calidad del capital humano de una economía. Así, aquellas con mayor proporción de trabajadores capacitado, y que aprovechan ese capital en actividades de alto valor añadido, producen más por hora trabajada. Existe un déficit significativo en el nivel de capacitación de trabajadores y patrones. Además está la variable de las micro, pequeñas y medianas empresas, en consecuencia, menos productivas.

Habrá Reducción Tarde o Temprano en México.

Lo que es un hecho es que esta medida, se inserta en lo que es una evolución natural de la jornada. Por eso en países como Dinamarca o Alemania trabajan menos, ya que la productividad y los salarios son altos. Por eso los empleados se pueden permitir trabajar menos horas. En un entorno como el actual, con bajas tasas de desocupación e incluso falta de mano de obra, las empresas tienen incentivos para proponer mejores condiciones de trabajo.

Este especialista considera que no hay “argumentos solventes” para justificar que ahora sea “urgente o eficiente la reducción de horas lineales para todas las actividades”. Considera prioritarios asuntos como el “alto nivel de subempleo” (ocupados que querrían trabajar más horas y no lo consiguen).

¿Cuáles son las Salidas?

No hemos de competir con salarios bajos sino con mayor productividad; el costo por hora de nuestro país está muy por debajo de las economías comparables. Desde un punto de vista macroeconómico nos interesa una transformación, salir de la precariedad y la rampante informalidad; hay que generar incentivos para ir hacia un modelo de más calidad, más estable y con mejores horarios. Necesitamos más tiempo libre.

No se puede ganar competitividad a base de reducir salarios, sino solo a base de ganar productividad, y esta se fomenta con inversión, tecnología, innovación y organización; tampoco el incremento salarial constituiría per se un estímulo a la economía, depende de si los demás factores la acompañan. Depende. De todos.

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