El empleo de las mujeres puede ser un motor principal del crecimiento inclusivo. La baja participación femenina en la fuerza laboral y la segregación ocupacional dan lugar a ineficiencias y a la distribución inadecuada de talentos que, de abordarse, aumentarían los ingresos y estimularían el crecimiento. En todos los países, en promedio, el PIB per cápita a largo plazo sería casi un 20 % más alto (i) si se redujeran las brechas de género en el empleo.

