Líderes mexicanos mayores de 65 años desafían el mito de “la edad de retiro”

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En diversos ámbitos —desde el mundo empresarial hasta la política, la cultura y la academia— hay ejemplos de figuras exitosas que demuestran que la productividad y el liderazgo no terminan con la jubilación formal. Además, los datos muestran que millones de personas mayores de 65 años siguen trabajando en el país, lo que refleja una tendencia creciente a prolongar la vida laboral. A continuación, analizamos casos destacados en distintos sectores y presentamos estadísticas recientes del INEGI que respaldan este fenómeno.

Sector empresarial: ejecutivos veteranos en la cima

Un caso emblemático es el del magnate Carlos Slim Helú, quien a sus 85 años (nació en 1940) se mantiene como uno de los empresarios más influyentes de México y del mundo. Lejos de retirarse, Slim sigue activo en el mundo de los negocios: continúa involucrado en la gestión de sus empresas, asiste a juntas directivas y supervisa nuevos proyectos de inversión . De acuerdo con Arturo Elías Ayub, uno de sus colaboradores cercanos, el empresario “sigue súper, súperactivo” y “más activo que nunca”, participando regularmente en reuniones corporativas y aportando ideas estratégicas . Este nivel de compromiso a su edad demuestra que la experiencia acumulada puede ser una ventaja competitiva. No es el único caso en el ámbito empresarial: varios presidentes de consejos de administración y fundadores de compañías en México continúan al frente de sus negocios bien entrados en sus setenta u ochenta años, conservando roles activos en la toma de decisiones. Estos líderes veteranos muestran que la longevidad profesional es posible cuando se mantienen la visión y la pasión por su trabajo.

Política: experiencia al servicio del país

En la esfera política, la trayectoria del anterior presidente de México ilustra cómo la edad puede ir de la mano con la vigencia en el poder. Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia en 2018 con 65 años cumplidos, y concluyó, a sus 72 años . Su mandato, marcado por un estilo de gobierno activo con conferencias matutinas diarias y giras de trabajo constantes, evidencia que incluso a los 70 años fue posible liderar el país con energía. La experiencia ha sido un grado: López Obrador llegó a la Presidencia tras décadas de carrera política, y esa trayectoria le ha permitió afrontar el cargo con conocimiento profundo de la administración pública. No es un caso aislado; de hecho, algunos miembros de su equipo y figuras del gobierno superan también los 70 años. Por ejemplo, hasta finales de 2024, Manuel Bartlett Díaz, de 87 años, estuvo al frente de la Comisión Federal de Electricidad, aportando su larga experiencia en la gestión de esa empresa estatal. Estos ejemplos políticos indican que la edad madura, lejos de ser un impedimento, puede aportar temple y conocimiento histórico en la toma de decisiones nacionales.

Cultura: creadores incansables en la tercera edad

El mundo cultural mexicano ofrece igualmente ejemplos inspiradores de longevidad activa. La reconocida escritora y periodista Elena Poniatowska con 93 años sigue plenamente activa en su vocación . A su edad, Poniatowska continúa escribiendo, investigando y participando en las actividades culturales a las que es invitada, manteniendo una presencia constante en el panorama literario y periodístico de México. Su caso refleja cómo la creatividad y el compromiso intelectual pueden mantenerse vigentes más allá de la edad de retiro: incluso en la década de los noventa años de vida, sigue aportando crónicas, novelas y reflexiones sobre la realidad nacional. Como Poniatowska, otros artistas e intelectuales mayores continúan trabajando: muchos pintores, actores, directores de cine y músicos siguen creando y presentándose en público después de los 65, demostrando que el impulso creativo no mengua con la edad. La vigencia de estas figuras culturales destaca el valor de su experiencia y sabiduría, enriqueciendo el acervo artístico del país.

Academia: sabiduría que lidera instituciones

En el ámbito académico y científico, también abundan ejemplos de personas mayores de 65 que permanecen activas en altos cargos o proyectos de investigación. Un caso notable fue el de Enrique Graue Wiechers, médico y académico nacido en 1951, quien se desempeñó como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hasta noviembre de 2023 . Graue dirigió la máxima casa de estudios del país durante dos periodos (2015-2019 y 2019-2023), dejando el cargo a los 72 años de edad. Bajo su liderazgo, la UNAM mantuvo su calidad educativa y afrontó desafíos contemporáneos, lo que subraya cómo la experiencia de décadas en la academia fue crucial para guiar a una institución de tal envergadura. Incluso tras concluir su rectorado, Graue —hoy de 74 años— sigue participando en la vida académica y médica como profesor e investigador emérito . De igual forma, muchos profesores universitarios, científicos y expertos técnicos en México continúan activos después de los 65 años, ya sea como asesores, miembros de comités académicos o investigadores en proyectos clave. La academia valora el conocimiento acumulado, y es común que catedráticos eméritos sigan impartiendo conferencias o publicando trabajos científicos en su tercera edad. Esto garantiza la transmisión de saberes a nuevas generaciones y aprovecha al máximo el caudal intelectual de estos expertos sénior.

Estadísticas: adultos mayores que siguen trabajando en México

Los casos individuales reflejan una realidad más amplia: una proporción importante de los adultos mayores en México sigue formando parte de la fuerza laboral. Datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) confirman esta tendencia. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), aproximadamente 33 de cada 100 personas de 60 años o más eran económicamente activas (es decir, trabajaban o buscaban trabajo), mientras que 67 de cada 100 se consideraban población no activa . Esta participación laboral de los adultos mayores varía significativamente por grupo de edad: se estima que cerca del 43% de las personas entre 60 y 69 años siguen integradas en la población activa, porcentaje que desciende a apenas 9% en el caso de los mayores de 80 años . La siguiente tabla, elaborada con cifras de INEGI, ilustra cómo la actividad laboral disminuye con la edad avanzada, aunque una fracción sustancial permanece en el mercado de trabajo más allá de los 65 años:

Fuente: INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOEN) 2022 . PEA = Población Económicamente Activa (personas que trabajan o buscan trabajo activamente).

En términos absolutos, estas proporciones representan a millones de trabajadores mayores. Con base en las estimaciones de la ENOE había cerca de 5.85 millones de adultos de 60 años y más participando en la fuerza laboral , prácticamente todos ellos ocupados en alguna actividad (el desempleo en este segmento es muy bajo). Muchos de estos adultos mayores trabajan por cuenta propia o en el sector informal: por ejemplo, 7 de cada 10 adultos mayores ocupados lo hacen en la informalidad , frecuentemente en negocios familiares, comercio o actividades agrícolas. Asimismo, es común que continúen trabajando por necesidad económica quienes no cuentan con pensión o ahorro suficiente para el retiro. Según la ENOE, entre la población de 60 años y más que no está económicamente activa, el 31% se encuentra pensionada o jubilada, pero otro 51% se dedica a labores del hogar y un 2% está incapacitada permanentemente para trabajar – es decir, una buena parte de los adultos mayores no activos no se han retirado por jubilación, sino que realizan otras labores no remuneradas (como cuidados del hogar). Esto sugiere que muchos mayores de 65 años estarían dispuestos a seguir trabajando si las condiciones lo permiten, ya sea por deseo de permanecer ocupados o por necesidad.

Por último, cabe señalar diferencias de género en estas estadísticas: los hombres mayores trabajan en mayor proporción que las mujeres mayores. En el grupo de 60 años y más, la tasa de participación económica de los varones supera ampliamente a la de las mujeres . Por ejemplo, en la edad de 80 y más, aproximadamente 17% de los hombres siguen activos, contra solo 4% de las mujeres . Esto refleja patrones generacionales (muchas mujeres de esas cohortes se dedicaron al hogar) y brechas en acceso a empleos formales. No obstante, a medida que evolucionan las dinámicas laborales y las mujeres de generaciones más recientes llegan a la tercera edad con historiales laborales más extensos, es posible que en el futuro más mujeres mayores también continúen trabajando después de los 65.

Conclusión

Lejos de ser una rareza, el trabajo después de los 65 años es una realidad en México, respaldada tanto por historias de éxito individuales como por estadísticas nacionales. Figuras como Carlos Slim, Andrés Manuel López Obrador, Elena Poniatowska o Enrique Graue ejemplifican que la edad puede significar experiencia, liderazgo y autoridad en sus respectivos campos, más que una barrera. Su ejemplo inspira a repensar los estereotipos sobre la vejez y la productividad. Al mismo tiempo, los datos del INEGI muestran que cientos de miles de personas mayores siguen contribuyendo activamente a la economía y a sus comunidades más allá de la edad de jubilación tradicional.

Diversos factores impulsan esta tendencia: algunos continúan por pasión por su trabajo o sentido de propósito, otros por responsabilidad social o institucional, y muchos por necesidad económica ante pensiones insuficientes. En todos los casos, queda claro que fijar un límite rígido de retiro a los 65 años resulta cada vez menos realista. Con el envejecimiento paulatino de la población mexicana y el aumento en la esperanza de vida, es previsible que la presencia de adultos mayores en puestos de liderazgo y en el mercado laboral sea cada vez más común. Lejos de retirarse, los adultos mayores de hoy siguen haciendo valiosas aportaciones a la sociedad, demostrando que la edad avanzada puede ser una etapa de plenitud y productividad, y no forzosamente el ocaso de la vida laboral.

Foto: Bloomberg

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