Nos pasamos el año soñando con unas vacaciones. Mientras te rompes las uñas contra el teclado, metido en una oficina diseñada por un psicópata que parece ignorar el concepto de ventana y plegándote a las ocurrencias de un tipo al que nadie ha enseñado modales, tu mente vuela en los ratos libres hacia esos paraísos. Por desgracia, las cosas rara vez son así…
La falacia de la desconexión el triste saldo de las vacaciones

